Mensaje de Jesús al Obispo Ottavio Michelini, el 18 de septiembre de 1975, Vigente al 2016
Excmo. Señor Obispo Ottavio Michelini
- Mi Palabra, no la vuestra
- Mi Vicario, Juan Pablo II
- La Eucaristía
- Donde hay sufrimiento
Hijo, en mis precedentes coloquios no
han faltado alusiones a mi presencia en medio de vosotros. Hoy pretendo
reclamar aún tu atención sobre esta Realidad divina, de la que podrán sacar
inestimables dones en orden a la vida sea espiritual y eterna, sea material y
terrena.
Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios,
engendrado por el Padre desde siempre, en la plenitud de los tiempos hecho
Carne en el seno virginal de mi Santísima Madre y Madre misericordiosa vuestra,
estoy gloriosamente presente a la derecha del Padre en la gloria del Paraíso.
Estoy
realmente presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en todas las Hostias
consagradas del mundo; estoy y estaré en medio de vosotros hasta la
consumación de los siglos, hasta el fin de los tiempos.
¿Cómo es que por muchos nunca se busca
el porqué de esta presencia mía en medio de los hombres?
¿Por qué he querido permanecer en
medio de vosotros, conociendo bien desde siempre qué trato me estaría reservado
por los hombres? Odios, ofensas, injurias, frialdades, aunque no faltan, y no
faltarán jamás almas generosas que me recompensan del mal de los impíos.
El porqué de mi presencia en el mundo
tiene una sola respuesta, hijo mío: el Amor.
Mi Palabra
¿Cómo ejerzo Yo mi presencia en mi
Cuerpo Místico?
Primero con el don de Mi Palabra.
Yo he confiado a la Iglesia el
patrimonio, el depósito espiritual de mi Palabra que es palabra de vida y de
verdad: he tutelado este tesoro con la asistencia del Espíritu Santo.
Yo soy la Verdad, el Camino que mi
Iglesia puede indicar con seguridad a todas las almas sin sombra de
equivocación.
Los atentados contra Mí, Palabra de
Dios, en el curso de los siglos han sido continuos y feroces. Herejes, pseudo -
maestros y mentirosos instigados sin tregua por el Maligno, han hecho de todo
para borrar de la faz de la tierra a Mí, Camino, Verdad, Vida, a Mí, Palabra de
Dios. Pero inútilmente.
Este
siglo en fin, materialista, no desperdicia medio ninguno, ninguna tentativa
para destruirme: sectas, partidos ateos, corrientes envenenadas de filosofías
perversas y demoledoras de todos los más sublimes valores espirituales, valores
de verdadera civilización.
Pero ¿es posible que los hombres sean
tan cortos de memoria para no recordar ya la trágica historia de este
siglo, que es vuestra historia?
Lo que es extremadamente penoso es el
hecho de que muchos de mis sacerdotes, antes que confiarse humildemente al
Magisterio infalible de Mi Iglesia, erigiéndose con presunción en maestros, se
han coaligado con los enemigos de la verdad, se han vuelto responsables
de la difusión de no pocas herejías con gran daño para las almas.
¿Porqué tantos sacerdotes míos se
hacen promotores con Satanás de tanto daño para las almas? La soberbia ciega,
sí verdaderamente ciega.
Mi Vicario
Yo estoy en medio de vosotros, hijo,
en la persona de Mi Vicario.
A él se le ha dado toda potestad para
apacentar a los corderos y a las ovejas. Quien le ama, me ama a Mí, quien no le
escucha, no me escucha a Mí, quien le combate me combate a Mí, quien le
desprecia me desprecia a Mí.
Él sube a su Calvario día a día, pero
muchos no se dan cuenta. Derrama lágrimas por los hijos que se vuelven lobos
rapaces y hacen estragos de su grey. Como a Mí, se le hace objeto de escarnio,
de odio y de guerra.
Él está al timón de mi navecilla en
esta triste hora en la que el mar está fuertemente agitado y el sordo hervir
del oleaje es presagio de próxima y salvaje tempestad.
Hijo mío, hace falta estar cercanos a
mi Vicario, al dulce Cristo en la tierra, es necesario sostenerlo con la
oración y con la ofrenda de los propios sufrimientos. Es necesario amarlo y
hacerlo amar.
Todo lo que en bien o en mal se le
hace a él, se me hace a Mí. Es necesario defenderlo de las insinuaciones
satánicas, tan frecuentes, de sus enemigos.
Yo estoy en él, estoy presente en mi
Iglesia en su persona.
La Eucaristía
Hijo, estoy además presente en la
Iglesia en el misterio del Amor y de la Fe, quiero decir en el Misterio de la
Eucaristía.
Estoy verdaderamente presente en
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Esta presencia mía, si fuera creída,
sentida y vivida en toda la sublime maravillosa realidad divina, por todos mis
sacerdotes, se transformaría en tal fermento de purificación y vida
sobrenatural, que se podría transformar aun por sólo mis sacerdotes, el
rostro de la Iglesia y arrancar de mi Corazón misericordioso gracias y
hasta milagros insospechados.
Pero por desgracia no son muchos los
que creen firmemente.
La mayoría cree débilmente; no faltan
los que en realidad no creen en mi presencia eucarística.
Con razón mi Vicario en la tierra ha
hablado repetidamente de crisis de fe, causa y origen de innumerables males.
Donde hay sufrimiento
Hay una cuarta forma de presencia Mía
en la tierra: estoy realmente presente en mis santos.
Santos son aquellos que viven de mi
Vida divina. Estoy realmente presente en mis Santos que más tenazmente
persiguen las más audaces conquistas de todas las virtudes cristianas.
Estoy realmente presente en los que
sufren; donde hay sufrimiento ahí estoy Yo.
En fin estoy presente en las almas
víctimas, en ellas encuentro mis complacencias, mis alegrías, ellas me
recompensan abundantemente por las ofensas, insultos, blasfemias y sacrilegios
de los que no me aman.
Ellas forman las delicias de mi
Padre; las almas víctimas son las que han mitigado, detenido la ira de mi Padre
por tantas iniquidades de esta generación perversa, que en lugar de apagar su
sed en la fuente del Agua viva y pura, se afana en apagarla en las pútridas y
enfangadas aguas de los pantanos llenos de miasmas.
Hijo mío, ámame mucho, sólo a Mí, con
tu amor, con tú fe, con tu ofrecimiento.
Te bendigo y contigo bendigo a las
personas por quienes rezas diariamente.
Mensajes Certificados por el Ministerio Internacional de Difusión Profética: J/OM/5/3/16